
Un mocoso. Un chico de barrio. Un pobrecito. Un negrito de la villa. Un sin vergüenza.
Un humilde. Una bestia. Un crack. Un argentino. Un pibe. Un hombre .
Ese mocoso…que jugaba a la pelota en Fuerte Apache. Ese chico de barrio… que llegó a All Boys con muchas ganas de jugar a la pelota. Ese pobrecito… que cumplió su sueño: jugar con ella en Boca. Ese negrito de la villa... que lloró cuando tuvo que dejar su equipo. Ese sin vergüenza… que enamoró a todo San Pablo y fue elegido el mejor del Brasileirao jugando para el Corinthians. Ese humilde… que desde cualquier parte del mundo siguió siendo amigo de sus amigos y no dejó su génesis ni su cumbia. Esa bestia… que con un toque sutíl en la final le dio la medalla dorada a
la Selección Nacional en Los Juegos Olímpicos de Atenas. Ese crack… que llegó a Inglaterra y salvó al West Ham del descenso. Ese argentino… que ilusiona al Manchester United con
la Liga Premier y
la Champions League. Ese pibe… que no deja lugar al odio entre argentinos e ingleses y su nombre o el ya famoso “¡Argentino, Argentino!” es costumbre en las gradas del mítico Old Trafford. Ese hombre... que une a bosteros con gallinas y es tema de conversación entre simpatizantes sin importar los colores que pintan su interior. Ni más ni menos… Ese es Carlos Tévez. El de siempre.
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