jueves, 7 de febrero de 2008

Harto y cansado; vuelve el fútbol

Harto y cansado de que los dirigentes se aprovechen de la pasión del hincha y se atrevan a golpearle los bolsillos como si no pasará nada ante el visto bueno de la AFA.
Harto y cansado de esperar los domingos en vano, para tener que conformarme con un insípido Villareal-Levante, o un Udienese-Lazio. Harto y cansado de bancarme un bodrio de verano en el cual no hay nada en juego y el fútbol parece un espectador ausente del marco que los veraneantes se esfuerzan en poner, con la inocente intención de ver a un Riquelme, o un Rolfi Montenegro; inocente porque los Ischia y los Troglio, con justa certeza, no arriesgan demasiado y destronan ilusiones mandando a cancha a un Dátolo, o a un “Patito” Rodríguez.
En fin, la abstinencia del fútbol argentino, sí ese mismo que solemos criticar a diario, es dura y difícil de sobrellevar. A tantos de nosotros los fines de semana nos resultan insípidos y el domingo tiene una ración extra de la tristeza y melancolía que suele tener ese día que antecede a la semana laboral o estudiantil, depende el caso.
A horas del inicio del Clausura las emociones atrapan al hincha fiel del fútbol; a tal punto de consumir un San Martín de San Juan-Olimpo como si fuese la final de la Champions League. Suele suceder que la imperante voluntad con la que uno se dedica a seguir la fecha íntegra del campeonato es inversamente proporcional al transcurso de la misma; será tal vez porque en determinado punto los equipos que andan bien en la Copa Libertadores se abocan a la misma y dejan de lado el certamen local; o quizá sea que al haber una emigración constante, los jugadores de acá no cumplan las expectativas que sí cumplían los jugadores que ahora son de allá.
En fin, los argentinos somos consumistas natos de esta religión que solemos enarbolar como los mejores; ni la imprudente Asociación del Fútbol Argentino, con el altanero Julio Grondona al mando; ni la inescrupulosidad de los encargados de la televisación podrán detener esta pasión, esta algarabía que genera un simple partido en los argentinos. Es cierto, estamos hartos y cansados de los malos manejos y los importunios, pero así y todo seguiremos siendo consumistas de esta adicción cada vez más letal y sabrosa: el fútbol argentino.

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