
Con paciencia, sin desesperarse, respetando la decisión del entrenador, esperando el momento justo, El Tano, que, con la camiseta Xeneise todavía no había llegado a su máximo nivel, por estas semanas está demostrando que la capa de héroe no le queda grande.
Al ex hombre de Vélez, le tocó una de las responsabilidades más difíciles que le puede tocar a un estratega del fútbol criollo: reemplazar a un irremplazable como Juan Román Riquelme. No le temblaron las canillas a la hora de pararse detrás de Palermo y Palacio y jugar como si la canchita, como si la Copa Libertadores fuese el partidito cotidiano después del mediodía.
El Tano con un estilo diferente al del ídolo máximo de Boca Juniors (según estadísticas brindadas por el club) es el enganche que hace que la hinchada de Boca no clame a gritos por Román. Rápido, inteligente, ordenado, pícaro, definidor, audaz: Leandro Gracián camina por momentos de gloria por las calles de la ribera y la mochila es grande... pero no le pesa.